Párrafos, ideas que se plasman en líneas continuas, haciendo uso solamente de los signos de puntuación...eso parece, pero hay mucho tras el fondo de cada uno de los escritos.
La prosa como tal ha de ser clara, directa, con un lenguaje que permita al lector informarse acerca del tema que le interesa y por el cual está allí, enfrente, devorando las palabras. También en cierto modo quien da lectura al texto, ha de sentirse interpelado, inquieto ante el tema que su interlocutor le propone.
En cuanto a la estructura, en relación al empleo de la lengua escrita, el escritor procurará enmarcarse dentro de los cánones establecidos, sin pretensiones de crear un lenguaje nuevo o desechar las reglas establecidas para que fluya la comunicación, pues de lo contrario su intento será en vano. El texto necesariamente debe ser universal, lo que equivale a decir, que todo lector debe acceder a la comprensión del tema, sin elementos que le distraigan de lo fundamental del tema en cuestión.
La prosa debe tener una ortografía correcta, en sus tres ámbitos, el uso de las letras ha de ser el correcto, pues de lo contrario quien lee, se distraerá de la idea central y el escrito como tal perderá altura e interés, pues quien la escribe no es de fiar. No lo olvide al momento de emprender el camino de la escritura.
La ortografía acentual al igual que la anterior debe permitir leer con fluidez, pues los acentos de más o de menos, no dejan de ser importantes para quien lee. No debe el autor permitirse un error en tal sentido.
En relación a la ortografía puntual, ésta es de suma importancia, pues una coma, un punto o un signo mal empleado pueden sencillamente provocar una debacle y contribuir a la huida eterna del lector. Quien precisa la información que cree encontrará en el escrito al cual le ha dedicado su atención.
La prosa en definitiva ha de ser cuidada, revisada y clara, nítida en sus ideas y una invitación al lector.
Prosa poética, el adjetivo ya nos indica que no se trata de cualquier escrito, de un tema que sólo pretende informar. Junto con los temas tratados en el punto anterior, referente a la prosa propiamente tal; el autor pretende tratar un tema con un lenguaje que difiere en lo absoluto con lo netamente informativo. Lo poético se relaciona con la belleza, no con aquélla que hable de duendes y hadas, de paisajes que se transforman al toque de una varita mágica. Claro que esto también puede ocurrir, no lo ignore el lector; pero ha de buscarse en este tipo de prosa la creatividad respecto del tema que se habla y del lenguaje diferente que en él se emplea.
La prosa poética maneja códigos que acercan a la dupla autor y lector a una interioridad, a un tocarse las manos a pesar de las distancias físicas que haya entre ambos, pero que las letras les llevarán a entablar un silencioso diálogo y en la circunstancia de una lectura responsable, ambos, autor y lector serán una sola alma sumergida en un mundo maravilloso que les permitirá un viaje hacia la magia que encierran las palabras.
La prosa poética no es otra cosa que poesía, un escrito que maravilla, enmudece al lector, tal como estuviera su autor al momento de escribirlo, suspendido en la magia que le permite decir a través del lenguaje escrito, de la palabra, que en definitiva, querido lector, jamás pasará de moda.
Así las cosas, ambos textos, han de manejarse con delicadeza, cuidado y responsabilidad para enfrentarse en un primer paso, hacia el texto que le permita expresar claras ideas en la exposición, en el caso de la prosa propiamente tal; así como en la prosa poética el autor ha de acercarse a la belleza y a los sentimientos que le embargan, para transmitirlos en forma artística sin caer en lo rebuscado, en lo manido que no hacen sino distraer, abandonar la lectura y eso sería la ruptura absoluta anunciando una distancia insalvable entre autor y lector.
Claridad y belleza, sencillez y magia han de ir de la mano para quien pretenda cultivar uno u otro género, sin desconocer que lo poético es una llama que le corresponde a quienes se han despojado de los arquetipos y buscan elevarse y elevar a quien se adentre en las líneas que han recogido la interioridad del autor.
Belleza, magia, nitidez y honestidad han de llevar los escritos de uno u otro, sin desconocer las reglas que permiten una buena comunicación en el idioma que pretende manejar el autor.
FATAMORGANA
Patricia Lara Arriagada